TDN
Daniel Goleman
Psicólogo y gurú de la inteligencia emocional
Daniel Goleman es considerado uno de los psicólogos más influyentes de los últimos tiempos. Irrumpió en la escena internacional como autor del Best-seller «Inteligencia emocional», que popularizó dicho concepto en todo el mundo. En el marco del World Leadership Forum al que asistió TDN, Daniel Goleman nos explica qué es la inteligencia emocional y cómo se trabaja, así como la importancia que tiene como motor para la estrategia empresarial y el liderazgo.
La inteligencia emocional según Daniel Goleman
Las emociones han estado siempre en el centro del mundo de los negocios, aunque no siempre se les presta toda la atención que merecen. Los líderes que sólo se focalizan en la estrategia olvidan que ésta se desarrolla a través de personas, a las que, según como se les trate, rendirán de una forma u otra. La inteligencia emocional es el poder de ser capaz de importar a la gente, y se da tanto en un líder que está dentro de una organización guiando, dirigiendo, inspirando y motivando a su gente, como fuera de ella, para conectar con los clientes. Tiene el mismo valor en todos los sectores empresariales, porque no hay negocio si no comprometes a la gente. Si estás en el mundo de los negocios, necesitas inteligencia emocional.
“Cómo te controlas a ti mismo, cómo te lideras es fundamental, porque ahí están las bases para liderar a otras personas”.
Componentes de la inteligencia emocional
La inteligencia emocional se refiere a una forma diferente de ser inteligente. No tiene que ver con el coeficiente intelectual, sino con la manera como te manejas a ti mismo y a tus relaciones. Se compone de cuatro partes:
- Autoconsciencia. Implica entender lo que sientes y por qué. Saber cómo tu desempeño influye en la toma de decisiones y, en última instancia, en tu trayectoria profesional. No importa cuántas investigaciones de mercado hagas o cuántos estudios leas. Un líder emocionalmente inteligente confía en su intuición antes de tomar cualquier decisión importante.
- Autocontrol. Es saber gestionarte a ti mismo y motivarte, seguir tus metas, superar los obstáculos y saber manejar el estrés. Una persona inteligente puede cometer locuras si sus emociones están fuera de control, por lo que lo primero que tiene que hacer un líder es saber manejarlas.
- Conciencia social y empatía. Es la habilidad de gestionar las relaciones, saber qué piensan los otros, intuir lo que sienten y demostrar interés cuando acuden a ti. Hay tres tipos de empatía:
- La empatía cognitiva. Implica ponerse en el lugar de la otra persona para ver cómo piensa y así comunicarse de manera efectiva.
- La empatía emocional. Se refiere a la conexión instantánea: ‘sé cómo te sientes porque yo también lo siento’. Eso ayuda a moldear el mensaje y hace que la conversación vaya en la mejor dirección posible.
- La preocupación empática. Es el nivel más alto de empatía y la utiliza la misma parte del cerebro que el amor de un padre o una madre por su hijo. No sólo implica preocuparse por lo que piensa y siente el otro, sino hacer algo para mejorarlo. Es el tipo de líder con el que la gente quiere trabajar.
- Habilidades sociales. Un líder tiene que conectar con las personas y con su gente, y combinar la empatía con el autocontrol para saber cómo comportarse, cómo presentarse, cómo negociar, cómo comunicar y cómo influir.
Si las aplicamos todas, seremos capaces de gestionar las relaciones de forma efectiva. Muchos creen que, entre ellas, la empatía es la más importante para un líder, pero no siempre es así. Cómo te controlas a ti mismo, cómo te lideras, es fundamental, porque ahí están las bases para liderar a otras personas.
Dentro de cada una de esas cuatro categorías, hay competencias específicas que una persona puede tener muy desarrolladas y otras que no. Puede ser más fuerte en autocontrol y empatía, pero al ascender a una posición de liderazgo, en la que necesita habilidades sociales, puede comenzar a tener problemas. Y hay personas cuya contribución individual es enorme, pero que simplemente no pueden convertirse en líderes, a menudo por falta de empatía y habilidades sociales. Por lo que respecta al género, las mujeres tienden a sacar una puntuación más alta en las pruebas psicológicas de inteligencia emocional, porque tienen más empatía y más habilidades sociales. Por su parte, los hombres tienden a ser mejores gestionando sus emociones.
- La preocupación empática no sólo implica preocuparse por lo que piensa y siente el otro, sino hacer algo para mejorarlo.
“La inteligencia tiene el mismo valor en todos los sectores, porque no hay negocio si no comprometes a la gente”.
Cómo trabajar la inteligencia emocional
La inteligencia emocional se puede trabajar, pero no estoy a favor de los consejos rápidos. Entrenar una emoción lleva su tiempo, aunque genera mejoras duraderas. El coaching es, sin duda, una buena herramienta para altos ejecutivos. El primer paso es desarrollar la fuerza interna, esa mirada lúcida sobre nosotros mismos que evoluciona y se despeja a medida que aprendemos, crecemos y experimentamos nuevos caminos que nos hacen más adaptables, transparentes y positivos hacia el exterior.
En segundo lugar, necesitamos construir una cultura de compasión. No en el sentido de piedad hacia alguien, sino de reconocimiento de las emociones de los demás y de compasión hacia uno mismo. Independientemente de las diferencias culturales, el remedio universal es el mismo en todas partes, y es la compasión. Lo dicen todas las religiones. En tercer lugar, hay que fortalecer las relaciones a través de una comunicación abierta y continua, que no se detenga en ninguno de los niveles de responsabilidad dentro de la empresa. Esto va de la mano con la capacitación continua. Finalmente, debemos aprender a combinar el análisis cuantitativo con el cualitativo, especialmente a la hora de evaluar el desempeño de una persona, con el objetivo de darle el mérito correcto y transmitir la confianza que depositamos en sus habilidades.
MANTENER EL FLOW
Para sacar lo mejor de las personas, la clave es mantener a los trabajadores en el flow. El flow es un estado, desde un punto de vista científico, en el que puedes maximizar tu eficiencia. Esto implica que, independientemente de cuál sea tu talento, lo puedes exponer al máximo. Es un estado en el que las personas disfrutan y están inmersas, y por tanto son más eficientes. Hay dos problemas que sacan a la gente del flow:
- La falta de motivación. Un líder debe lograr que una persona desmotivada se comprometa, debe inspirarla y conmoverla.
- El estrés. Si la persona está demasiado estresada su rendimiento baja, por lo que un líder debe ayudarle a aprender cómo gestionar mejor sus emociones, cómo calmarse y cómo recuperarse de los reveses y obstáculos.