Hace unos años irrumpieron en el mercado un nuevo tipo de etiquetas que funcionan con la tecnología RFID, etiquetas inteligentes que utilizamos como códigos de barras avanzados y que se caracterizan por su agilidad que permite llevar a cabo los registros de información más rápido y de forma más fiable.
Las etiquetas inteligentes funcionan a través de radiofrecuencia (RFID), un sistema que consta de tres partes: un chip donde se alberga la información sobre el producto, una antena que transmite esa información y una etiqueta que soporta el chip y la antena. Además, son necesarios los lectores que emiten ondas de radiofrecuencia que activan la lectura de la información que contiene la etiqueta.
La principal ventaja de las etiquetas RFID es la de poder disponer de una información mucho más detallada, lo que ayuda a las empresas a hacer inventarios mucho más fiables y a agilizar el paso por el punto de venta.
A nivel logístico existen muchas más ventajas, sobre todo, en el proceso de automatización de las cargas y las descargas, así como en el transporte de mercancías frágiles o peligrosas. Sin embargo, la principal aplicación a día de hoy se utiliza para hacer inventarios de una forma más fiable y rápida.
Ferran Domènech, responsable de implantación de estándares GS1 en sectores de expansión de AECOC, concedía una entrevista para La Razón, en la que destacaba los beneficios de la utilización de la tecnología RFID.
Las etiquetas pueden albergar dos tipos de información: la identificación de producto, que contiene el registro de los principales datos del producto como modelo, forma, color, talla, unidades, etc… Y, por otro lado, datos relacionados con la trazabilidad y la producción del producto como número de lote, fecha de consumo preferente o caducidad.
No solo las empresas se benefician de la implantación del RFID, y es que los consumidores finales disfrutan también de algunas ventajas como la mejora de los servicios ofertados o las nuevas aplicaciones desarrolladas en torno a esta tecnología. Empresas líderes del sector de la moda han apostado ya fuertemente por las etiquetas inteligentes, ya que además de reducir el precio de los productos mejoran notablemente la disponibilidad de producto en tienda. Algunas de las grandes compañías reconocen que la tecnología RFID ha contribuido directamente en una mejora de la competitividad e un incremente de las ventas.
De momento, a corto plazo, las etiquetas inteligentes no acabarán con el código de barras, un sistema implantado a nivel global que además cumple perfectamente su función. Sin embargo, será una tecnología cada vez más implantada en entornos y sectores concretos, con necesidades específicas de trazabilidad y fiabilidad de inventario, en los que la tecnología aporte un mayor valor al consumidor o al paciente, en el caso del sector salud.
Resumen de la entrevista a Ferran Domènech, responsable de Implantación de estándares GS1 en sectores de expansión de AECOC, para La Razón