Editorial de El Economista
Las empresas españolas vienen de superar una crisis económica con un notable impacto en el consumo. Los sectores de bienes duraderos han debido afrontar caídas de dos dígitos y, en numerosos casos, acometer importantes cambios para poder salir adelante. Incluso un sector tan anticíclico como la alimentación ha visto estancarse sus resultados, asistiendo a la transformación de un consumidor que se ha vuelto más racional, más planificador y que ha nacido para quedarse.
Tras superar esta etapa, el futuro del gran consumo está marcado por cuatro grandes tendencias: la omnicanalidad; la transformación del consumidor; el rol de la innovación; y el impulso de un modelo de desarrollo eficiente, sostenible y transparente.
La omnicanalidad
La primera de las tendencias está transformando la manera en que accedemos a la información y adquirimos productos o servicios, y está directamente relacionada con la entrada en el mercado de los actores digitales. Fruto de ello, es que hemos pasado de una cadena de valor lineal, en la que la información y la mercancía se movían de forma horizontal a un modelo omnicanal, en el que todos se relacionan entre sí y en el que el consumidor si sitúa en el centro de todas las estrategias.
La tranformación del consumidor
La segunda tendencia es el cambio del consumidor en un contexto de crisis económica y transformación digital. La primera nos ha dejado un consumidor más racional, dispuesto a pagar más por un producto o un servicio que realmente aporte un valor diferencial. Y, la segunda, un consumidor híper conectado que quiere relacionarse con las empresas, participar en sus decisiones y valora la transparencia.
El rol de la innovación
Estos cambios han hecho de la innovación un valor al alza. Por ello, las compañías deben innovar en productos, procesos, canales, gestión, comunicación sistematizando la innovación y haciendo de ella una ventaja competitiva.
Nuestro mundo está cambiando y las empresas del sector gran consumo trabajan a diario para ofrecer propuestas de auténtico valor.
El impulso de un modelo de desarrollo eficiente, sostenible y transparente
Finalmente, hay que compatibilizar las necesidades de crecimiento y de rentabilidad económica con un modelo de desarrollo eficiente, sostenible y transparente. En un mundo en el que aumenta la demanda de bienes y servicios, es necesario el uso racional de recursos, con una economía circular, basada en reducir, reutilizar y reciclar.
Nuestro mundo está cambiando y las empresas del gran consumo trabajan a diario para ofrecer propuestas de auténtico valor a un consumidor que exige compañías responsables, eficientes, sostenibles y altamente competitivas. Un sector en constante evolución.
Fuente: El Economista