
Xavier Martínez i Serra CEO de Masergrup
De comprar y vender materiales para el mundo de la construcción a producir alimentos. Este es el gran salto dado por Xavier Martínez i Serra desde la fundación de su empresa en 1997 hasta hoy. Con más de 1.000 empleados y 150 millones de euros de facturación, Masergrup es en la actualidad un ecosistema empresarial cuyos principales pilares son las empresas: Tecnol (productos técnicos para la industria, construcción y equipamiento urbano), Fruselva (alimentación infantil en formato pouch), Costa Concentrados Levantinos (caldos, cremas y bebidas vegetales) y Vermuts Miró.
De pequeño quería ser mecánico, como su abuelo paterno, que fue mecánico de Renfe, y como su padre, que tenía su propio taller. Si hubiera seguido el camino que le era familiar quizás hoy estaríamos ante un exitoso empresario del mundo de la automoción, porque Xavier Martínez i Serra siempre fue un espíritu inquieto en el que dormía el gen del emprendedor.
Mal estudiante, pasó de trastear en el taller de su padre a ejercer de comercial para una empresa de pinturas de Girona. Vender se le daba bien. Sin formación universitaria, un buen día decidió realizar el Máster en Dirección de Marketing en EADA, y eso le cambió la vida. Allí coincidió con Marc García –Cervecería Damm–, Joan Hinojo –Circontrol–, y Xavier Mata –Step One, empresa que realizaba los relojes para Zara–. Con ellos realizó el trabajo de final de curso, en el que analizaron la situación de la empresa en la que él trabajaba. El diagnóstico de sus compañeros fue categórico e inapelable: “Xavier, móntate una empresa por tu cuenta porque ésta va a cerrar”. Les hizo caso. Tres años más tarde esa empresa cerró; mientras él triunfaba como autónomo.
“En aquella época los comerciales íbamos ‘a pelotazo’. Si podíamos vendíamos 1.000 litros, aunque el comprador solo necesitara 10”, recuerda.
Pero más allá de realizar la venta, él quería dar servicio, fidelizar a sus clientes. Con esa idea en 1997 montó Tecnol, su primera empresa, dedicada a la comercialización de productos para la construcción. Tenía 32 años.
Durante una década tuvo un gran éxito siempre bajo la premisa: “Comprarás, venderás, pero jamás fabricarás”. La crisis del 2008, y posteriormente la pandemia, lo lleva a diversificar e internacionalizar su empresa, a entrar en el mundo de la alimentación. Empezó, casi por accidente, haciendo los zumos de la marca Pago, para Heineken y luego para Granini. Luego montó su propia empresa de alimentación, Fruselva, para hacer pouch infantiles. Comenzó con fábrica muy grande y sin clientes, cambiando su estrategia de comprar y vender a gestionar fábricas con altas productividades e innovación. Pero escuchemos la historia en su propia voz.
La crisis de la construcción dejó una huella profunda en todo el país. ¿Cómo le fue a su empresa, a Tecnol?
Como empresario he tenido dos vidas. La primera, de 1990 a 2007, estuvo centrada en la venta de productos químicos para el sector de la construcción. La segunda comienza en 2008, a raíz de la crisis inmobiliaria y de real state que prácticamente paraliza el país. Teníamos entonces 700 trabajadores y nos quedamos en 100. Tuvimos que encogernos para no ir a la quiebra.
Pero esa crisis nos trajo una oportunidad de diversificación. Con el fin de sortear la crisis orientamos Tecnol hacia la venta de todo tipo de soluciones para los ayuntamientos: equipamientos urbanos, iluminación solar ecoeficiente, señalización, espacios de ocio, adhesivos cianocrilatos…
¿Cómo pasan de ofrecer productos y servicios al mundo de la construcción y equipamiento urbano a orientar la empresa a la producción de alimentos?
Llegué al mundo de la alimentación casi por accidente, a raíz de la compra de la fábrica de zumos de la multinacional austríaca Pago Fruchtsäfte, una marca hoy propiedad de Eckes-Granini, que en aquel momento pertenecía al Grupo Heineken, que había comprado una cervecera en Austria y Pago entraba dentro del paquete, pero a la cervecera no le interesaban para nada los zumos, de manera que la vendieron.
Yo compré la fábrica y cerré un acuerdo para fabricar durante cinco años para ellos, que al final fueron diez, porque cuando vendieron la marca a Eckes-Granini seguí un tiempo fabricando para el nuevo comprador.
“El mundo está lleno de oportunidades, para el que compra empresas y también para el que las vende. En nuestras manos un mal negocio puede convertirse en un negocio brillante”.
¿Cuál era su intención al comprar la fábrica de Pago? ¿Introducirse en el mundo de la alimentación?
Mi objetivo principal era comprar espacio de almacén para mi negocio principal, Tecnol. La fábrica de Pago, con 23.000 m2 construidos y 60.000 m2 de superficie total, me permitía dividir el espacio con una pared y dedicar una parte a la producción de zumos y la otra a almacén. Por tanto, buscando una nave industrial me encontré con una oportunidad de diversificación.
Compré una empresa que perdía dinero y me gasté dos millones de euros en separar la planta, pero enseguida me di cuenta de que la crisis de la construcción era muy profunda y que lo mejor era destinar todo el espacio a alimentación. Los directivos de Price Waterhouse que me ayudaron a comprar la fábrica de Pago me decían: “El mundo de la construcción lo pasará muy mal. La alimentación es más resiliente”. De manera que al final me dije: “Eso de producir alimentos no debe ser tan difícil y como me quedo todo el equipo…”.
Así ha pasado del “Comprarás, venderás, pero jamás fabricarás” a producir alimentos y gestionar fábricas. ¿Por qué este cambio de mentalidad?
El mundo va muy rápido. Lo que era válido hace 27 años hoy no lo es. Antes solo pensaba en vender y ahora solo pienso en comprar fábricas, porque los intermediarios comerciales se han reducido. Hoy todos los clientes quieren ir directamente al fabricante, de manera que lo que tenemos que hacer es fabricar con mucha calidad. De pequeño quería ser mecánico y en el fondo eso es lo que soy, porque mis conocimientos de mecánica me han venido muy bien para entender a los ingenieros y a los electromecánicos, y convertir así las fábricas en centros de alto rendimiento.
Hoy hay mucha gente que sabe vender: los Mercadona, los Carrefour, los Alcampo… Nosotros nos centramos en fabricar. Es cierto que también tenemos marcas, y compraremos marcas en un futuro, pero para que estén muy alineados nuestros negocios, porque cuando haces MDD también necesitas tener una marca tuya para desarrollar la innovación. Desde mi punto de vista, fabricar es más sostenible en tiempo, porque tienes un know-how tangible, que no es tan fácil de replicar. Porque una cosa es fabricar y otra fabricar con mucha productividad, buena calidad, con mucha innovación y buenos costes. Nosotros estamos creciendo mucho porque tenemos buenos productos, muy competitivos y con muy buen servicio.
Si tienes una producción eficiente, un producto bueno, innovación y buen servicio, el negocio es rentable. Y los empresarios lo que queremos es estabilidad. La recurrencia de los pedidos es muy importante. Si tienes una buena fábrica, todo funciona bien. En cambio, vender es más complejo: has de llamar una y otra vez a la puerta.
Por lo tanto, lo que tenemos hoy y lo que queremos hacer en el futuro es producir para grandes marcas y cadenas de distribución, quizás con un margen más reducido, pero siendo capaces de hacer cosas innovadoras, con tres líneas diferentes que tenemos: vermuts, alimentación y Tecnol.

LAS CLAVES DEL ÉXITO
El equipo. “He sabido rodearme de gente muy resiliente; gente buena y humilde”.
La capacidad de asumir riesgos. “A veces el amor por ser empresario me lleva incluso a la inconsciencia”.
Pensar en grande. “Seguiremos buscando oportunidades para hacer un grupo empresarial más grande. No sé hasta cuándo, pero de momento seguiré soñando”.
La agilidad. “Tenemos que ser muy rápidos en la toma de decisiones”.
La humildad. “Nací en una familia muy humilde que me enseñó lo importante de ser buena persona”.