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Enrico Letta, exprimer ministro italiano

Europeísta convencido, autor del libro “Hacer Europa y no la guerra”, el exprimer ministro italiano Enrico Letta dice que los próximos 18 meses van a ser decisivos para el futuro de Europa, porque en ese tiempo se tiene que negociar el Brexit, pactar unos presupuestos en los que habrá menos dinero y reelegir a los miembros de las principales administraciones comunitarias: Parlamento Europeo, Comisión Europea y Banco Central Europeo. Letta, que ha estado recientemente en España para asistir a la Asamblea General de AECOC, afirma que en un mundo interconectado, en el que emergen grandes potencias demográficas y económicas, la fuerza de Europa y los valores europeos son cruciales para nuestro bienestar.

Rosa Galende: ¿Cuáles son los males, las grandes dificultades, a las que se enfrenta hoy Europa?

Enrico Letta: Europa sale de tres crisis. La crisis financiera y económica, con la caída de las inversiones, el crecimiento del desempleo y la disminución del crecimiento; también la crisis de los refugiados y los inmigrantes, que ha hecho que aumente la desconfianza de los ciudadanos y ha dado la sensación de que Europa no tuviera el control, que el asunto se nos hubiera ido de las manos. Y además, en general, está el problema del miedo a la pérdida de la identidad, el deseo de proximidad, el temor que está provocando esta aceleración de la globalización en los pueblos occidentales y, concretamente, en los pueblos europeos.

En mi opinión, estas tres grandes cuestiones están desbaratando las sociedades europeas. A Europa se la ve como un agente pasivo de la globalización. La gente que hoy tiene miedo de la globalización no ve a Europa como una protección sino como el causante del problema. Por tanto, tenemos que hacer un trabajo increíble para darle la vuelta a esta tendencia, y hacer que las personas perciban Europa como una protección ante los miedos, pero también ante las amenazas externas. Creo que este es el tema más importante.

Con estas tres crisis que nos comenta, Europa ha mostrado su vulnerabilidad; ha mostrado que es mortal. Europa está herida con el Brexit. Hay importantes dificultades en Italia y en España también. ¿Cómo afrontar estas problemáticas que tiene en este momento Europa? ¿Cómo podemos salir más fortalecidos y que esta Europa, que está herida, pueda surgir más fuerte?

Para mí, hacen falta intervenciones y soluciones que puedan hablarles tanto al corazón como a la razón. Hablarle a la razón quiere decir “fix the roof”, arreglar el tejado del edificio europeo, es decir, hacer que se alcance la unión económica y monetaria, que se lleve a término la unión bancaria y que se cree un fondo monetario europeo capaz de intervenir si un estado europeo pierde o entra en crisis. Es decir, darle a Europa las herramientas para evitar la siguiente crisis. Pero también hay que hablarle al corazón de los europeos, transmitir la idea de que Europa puede afrontar, resolver y dar solución a los problemas que viven los europeos en su día a día. Por tanto, significa una Europa que le da soluciones, que es una garantía contra el desempleo.

Europa puede ayudar a las empresas y a los emprendedores que trabajan en los diferentes países de la zona euro con la armonización de la fiscalidad; con un impuesto único con el fin de evitar las pérdidas generadas de pasar de un sistema fiscal a otro.

Están también las ideas relativas a la formación. El que los jóvenes de 15 años puedan hacer Erasmus es una gran idea. El Erasmus puede cambiar su vida. En la actualidad, el Erasmus es una opción solo para los estudiantes universitarios, que son una pequeña minoría. Sin embargo, la idea de hacerlo con 15 años significa dar a todos los jóvenes esta opción de apertura. Cuando digo que tenemos que “hablar al corazón de las personas” de la sociedad europea me refiero a todas estas cosas. Por tanto, los objetivos son dos: hablarles a la razón y hablarles al corazón. Necesitamos líderes europeos brillantes que sean capaces de mirar hacia delante y que tengan este objetivo.

Usted dice que los próximos 18 meses son transcendentales para la UE, porque hay grandes decisiones que se tienen que tomar en ese tiempo, entre ellas todas las relativas al proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europa. ¿Es reversible este proceso o por el contrario estamos abocados a un duro ‘divorcio’?

No creo que sea un proceso porque el Brexit es una elección de identidad, no una elección económica. Así que no basta con decir que, como los resultados económicos son negativos, debemos replantear la decisión. Es una elección de identidad y, por tanto, irreversible. Desde mi punto de vista, el Brexit es un suicidio. Me parece que ha sido una decisión muy negativa para Gran Bretaña, pero también muy negativa para Europa. Europa pierde mucho con el Brexit -seremos más débiles en el mercado mundial-, pero es una decisión todavía más equivocada para la propia Gran Bretaña, que termina y terminará siendo más pequeña en el mundo. Un mundo cuyas dimensiones demuestran que es necesario estar juntos, no separarse. En este mundo, Europa debe estar unida y Reino Unido será residual, será cada vez más pequeño. Así que soy muy pesimista con el Brexit. También quiero añadir que el negociador europeo, Michel Barnier, fue muy hábil, pero veo unas negociaciones muy complicadas.

¿Qué papel le corresponde a Francia, Alemania, Italia, España… tras el Brexit? Usted dice que vamos a una Europa a múltiples velocidades. ¿Pero es posible una Europa de diferentes ritmos?

En mi opinión se necesita una Europa a diferentes velocidades. Es la única solución posible. De lo contrario, el veto de un país como Hungría o Polonia, lo bloqueará todo. Europa debe avanzar y la única manera de hacerlo es que exista el núcleo de los países del euro y de sus cuatro grandes países, que son los que deben hacer avanzar a Europa. Este es el motivo por el que digo que Francia y Alemania no son suficientes. Junto a Francia y Alemania necesitamos a España e Italia. Veo que estos dos últimos, en este periodo, están lidiando con problemas internos, y eso no es un buen mensaje, porque necesitamos una España y una Italia completamente alineadas en el asunto europeo para ayudar a relanzar Europa.

Los populismos y nacionalismos amenazan Europa, generando fragmentación en el electorado. En España e Italia hemos visto grandes problemas para formar gobierno… ¿Cuál es el problema?

Existe un problema de liderazgo. En Europa necesitamos líderes fuertes, europeístas, que tomen el asunto con decisión y que lo reaviven. Al mismo tiempo, en Europa necesitamos más democracia. A mí me gustan las listas transnacionales. Considero que son, a nivel europeo, una manera de hacer que el ciudadano se convierta en protagonista en los debates europeos, que lo ven hoy, con demasiada frecuencia, marginal.

Hay que dar pasos adelante y es fundamental que estos se lleven a cabo mediante el protagonismo de los ciudadanos, de lo contrario el parlamento europeo es una suma de políticas nacionales y poco más. Por tanto, creo que hoy la cuestión democrática es en la que hay que hacer más progresos, y deben hacerse en este sentido. Como siempre, sin embargo, en estos casos, hay que saber que el liderazgo político es el que debe asumir la responsabilidad, y a nivel europeo son muy necesarios líderes políticos muy eficaces.

Quizás el problema es que no tenemos claro quién manda en Europa, quién decide.

Yo he sido siempre de la opinión de que el presidente de la Comisión Europea debe ser elegido directamente por los ciudadanos. Una elección directa sería la mejor manera de selec cionar a los representantes políticos. Necesitamos un liderazgo políti co muy fuerte, conocido, legitimado, que sea capaz de dialogar con Donald Trump, con Xi Jinping, con Narendra Modi… Si no tenemos esto, el liderazgo europeo termina siendo cada vez más débil. Creo que hace falta realizar progresos valientes y que el tema democrático es la cuestión esencial.

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Unión. Los países europeos tienen la imperiosa necesidad de saber que solo unidos tienen la fuerza para estar al nivel de China y Estados Unidos.

¿El gran riesgo es que Europa pierda peso en los grandes foros que rigen el destino del mundo?

Todos sabemos que en el futuro los países europeos serán cada vez más marginales en el G7 o el G20. De hecho, en unos años podría incluso no haber ningún país europeo en el G7, dadas las dimensiones y el crecimiento de países como India, Brasil o Indonesia, además de, por supuesto, China, México o Corea del Sur.

Los países europeos tienen la imperiosa necesidad de saber que solo unidos tienen la fuerza para estar al nivel de China y los Estados Unidos. Y ese es el verdadero mensaje que debemos dar: o los países europeos nos juntamos o cada uno por separado será pequeño y ni siquiera será escuchado por el presidente de China o el de los Estados Unidos. Este, en mi opinión, es el verdadero mensaje que se nos plantea y que debe desarrollarse lo más rápidamente posible.

Valores: la gran fortaleza ¿Qué puede aportar la vieja Europa a este mundo que emerge?

Europa puede aportar mucho al mundo, sobre todo en materia de defensa y seguridad, comercio internacional, medio ambiente, derechos y normativa financiera. Son cuestiones sobre las que los europeos tenemos un desarrollo y valores, en mi opinión, más avanzados que el resto del mundo. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de hacer que estos valores sean aplicados, y creo que el último ejemplo es el del medio ambiente. La COP21 de París –Conferencia de las Naciones Unidas de Cambio Climático- ha demostrado que el liderazgo europeo es fundamental para alcanzar resultados importantes sobre el cambio climático, sobre el medio ambiente. Pero estos resultados pueden obtenerse únicamente si Europa está unida. Si Europa está unida puede obligar a los demás a abordar su propia unidad. Trump ha decidido que Estados Unidos abandone la COP21. La unidad de los europeos le ha permitido a la COP21 continuar. Trump se ha marchado, y se ha marchado solo. El resto de países ha permanecido porque la unidad Europa ha actuado como polo de atracción. Esa es la demostración del liderazgo que puede desempeñar Europa en el mundo.

Liderazgo. Necesitamos líderes europeos brillantes que sean capaces demirar hacia delante.

¿Cuáles son los valores europeos de los que nos deberíamos sentir todos orgullosos y que podemos exportar al mundo?

Debemos estar orgullosos de nuestros valores de respeto y tolerancia, del estado de bienestar europeo, de nuestros valores de igualdad de género, de la laicidad del estado, de la defensa de los derechos de los trabajadores, de la defensa del medio ambiente, de nuestros valores relacionados con la independencia de la justicia, del ‘no’ a la pena de muerte… Estos grandes valores europeos nos diferencian del resto del mundo. Y nosotros debemos impulsarlos con mucha fuerza porque solo unidos podemos dar testimonio de ellos y hacerlos comprensibles y visibles. Al final, en el resto del mundo, no se aplican todos estos valores. Si contamos los países en los que el Estado es laico, los países en los que los trabajadores están protegidos, en los que la prensa es libre, en los que existe paridad entre hombre y mujer… resulta que todo eso se da únicamente en Europa. En Estados Unidos tienen la pena de muerte… Creo que esa es nuestra verdadera bandera: los valores europeos, que no son valores abstractos, son nuestra forma de vida, y creo que serán nuestra gran fortaleza.

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Valores europeos. Enrico Letta destaca el respeto, la tolerancia, la igualdad de género, la laicidad del estado, la defensa de los derechos de los trabajadores y del medio ambiente, la independencia de la justicia, el ‘no’ a la pena de muerte… Unos valores “abstractos, que son nuestra forma de vida y la gran fortaleza”.

¿Qué errores hemos cometido realmente en Europa para que una parte importante de los europeos se sientan desafectados, desligados de esta idea de Europa?

Ha habido dos errores graves: uno en la crisis económico-financiera y otro durante la crisis de los inmigrantes. En ambos casos, Europa no ha encontrado rápidamente una solución eficaz y, por tanto, muchos países europeos han pagado un alto precio, como España, Italia, Portugal e Irlanda. Eso ha provocado sufrimiento, sacrificio y el crecimiento del desempleo de los jóvenes que ha sido dramático. Ha ocurrido lo mismo con la crisis migratoria. Europa no ha dado respuestas adecuadas y ello ha tenido un efecto desastroso en la opinión pública. Esos dos, en mi opinión, han sido graves errores.

La desafección europea –lo hemos visto en Reino Unido- es mayor en el campo que en la ciudad. ¿Quizás no se está haciendo un buen reparto del crecimiento de la riqueza?

Necesitamos una Europa que sea capaz de darles una oportunidad a aquellos que viven en las zonas no urbanas. Una Europa que intervenga, que sea vista de forma positiva en estas zonas más rurales. Europa, por ejemplo, puso en marcha un Comité de las Regiones y toda una serie de ideas sobre cómo valorizar los territorios, y muchas de estas cosas no se han llevado a cabo. Europa no está hecha solo de grandes ciudades. Normalmente el antieuropeísmo crece precisamente en las zonas rurales porque se sienten abandonados. Hay que hacer justo lo contrario. Hay que ir a estas regiones y darles herramientas, incluso nuevas, frente a estos miedos, a estos problemas que tienen.

¿Qué le diría a alguien que piensa que quizás ese modelo de ser más grandes no necesariamente es mejor para el futuro, que pequeños países pueden tener mayor prosperidad e incluso seguridad?

En el mundo interconectado de hoy nadie puede encerrarse en las montañas de su país, nadie puede convertirse en una Suiza. Por un motivo muy sencillo: los problemas de seguridad y defensa, por ejemplo, que tenemos alrededor, son problemas en los que debemos intervenir. Si no intervenimos, los problemas explotan y luego hay millones de refugiados. Ni siquiera Suiza puede estar tranquila. Y esto vale también para el medio ambiente. La contaminación no tiene pasaporte; la contaminación pasa fronteras. Así que un mundo y un sistema económico en los que convenzamos a los chinos y a los indios de que contaminen menos es fundamental; pero para hacerlo Europa debe ser fuerte. Si el comercio internacional tiene reglas negativas, pagamos el precio. En un mundo interconectado la fuerza de Europa es crucial para nuestro bienestar.

El Brexit se decidió en un referéndum. En Cataluña hemos tenido también un referéndum no aceptado por el Estado. Usted es muy crítico con los referéndums. ¿Por qué?

Los referéndums resultan útiles si se utilizan como un instrumento de decisión. Si se utilizan como instrumento de lucha política son negativos. El Brexit, en mi opinión, fue negativo porque se utilizó como instrumento de lucha política. La pregunta no era completa. La pregunta debió ser “Salimos”, pero hacía falta añadir “para ir a dónde”, y esa segunda parte no existió. El referéndum es útil si permite tomar una decisión, pero no puede sustituir la negociación política. Cuando se piensa en el referéndum como en un atajo, el final es negativo, porque los problemas siguen estando ahí. Y luego explotan. Creo que en el caso inglés debió haber una negociación, un debate, y luego un referéndum, para aprobar o no aprobar esa negociación, ese debate. No un referéndum al principio. Porque ahora no saben qué hacer. No saben si encaminarse hacia Noruega, Suiza, Canadá… Es sumamente complicado. Y obviamente, lo que quiero decir es que la política no puede tampoco quedar anticuada, porque el referéndum hoy gusta porque es moderno, rápido, como estamos acostumbrados a vivir en la actualidad. Sí. No. Blanco. Negro. Muy simple y eficaz. Hace falta que la política sea más eficiente, que las decisiones sean más rápidas, y así se pueden hacer más eficaces las decisiones que hay que tomar. Es un momento de gran dificultad, de gran complejidad, y no es un atajo lo que resuelve la complejidad.

¿Qué recorrido cree que pueden tener los movimientos políticos nuevos como 5 Estrellas en Italia, Podemos en España o Le Penn en Francia?

Creo que deberán transformarse. Tendrán que convertirse en partidos que no dicen únicamente “no”, sino que dicen también “sí”. Partidos que proponen soluciones, que se acostumbran a estar totalmente institucionalizados. Creo que la institucionalización de los partidos populistas es un objetivo fundamental para evitar que haya partidos antisistema, que solo dicen “no”, con un enfoque destructivo. Es importante que se institucionalicen y jueguen un papel positivo. Veo cierta evolución. El Movimiento 5 Estrellas empezó siendo antieuropeo y hoy es mucho más proeuropeo. Es un hecho positivo.

Brexit. Es una elección de identidad, no una elección económica, y un suicidio.

Dígame sus motivos para el pesimismo respecto al futuro de Europa y como contrapartida sus motivos para el optimismo.

El pesimismo me viene de esa tendencia a la disgregación, que comenzó con el Brexit, que hace pensar que como Europa no es eficaz, entonces es mejor destruirla o salir. Hay que reformarla, pero cualquier otra cosa sería un error.

Mi razón para el optimismo… Tengo dos motivos para el optimismo. El primero es que en la actualidad trabajo en la Universidad y veo a muchísimos jóvenes que son brillantes, inteligentes, abiertos y europeístas. Cuando veo a estos jóvenes soy muy optimista con el futuro de Europa. El segundo motivo para el optimismo es que la lógica lleva a considerar que todos nuestros países están perdiendo peso ante China e India, y el único camino es el de permanecer juntos como europeos. Esto es tan evidente que al final la lógica vencerá.

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