Patricia Castejón. Directora Mundial de Marketing de Adhesivos para el hogar y papelería – Loctite y Pritt (Henkel)
Patricia Castejón es la segunda mujer que entrevistamos en esta sección en 28 números. Mujeres en cargos directivos, de hecho, hay pocas, pero por el mundo bastantes menos. Con valentía, decisión y sin renunciar a sus sueños hace 4 años coge las maletas y traslada a toda su familia a Düsseldorf para hacerse cargo de la división de marketing global de adhesivos de consumo de Henkel.
Junto a ella viajamos a uno de los principales núcleos económicos de Alemania Occidental. Una ciudad que no llega a los 600.000 habitantes, pero que es el centro de operaciones elegido por más de 3.000 multinacionales para sus negocios en Europa.
Cualquiera que se aproxime desde el sur a Düsseldorf se encuentra con el gran logo de Henkel, convertido en un icono de la ciudad. La compañía nace entre las calles de esta ciudad hace 142 años, dando nombre a una de ellas, Henkelstrasse, que hoy atraviesa toda la propiedad privada de la multinacional. Aquí se ubican los headquartes y también la mayor planta productiva de Henkel. Ubicadas en el distrito de Holthausen, estas mega instalaciones están compuestas por 400 edificios, ocupan 1,2 km2 y acogen una red de carreteras y trenes de 15 km y 21 km, respectivamente. Aquí trabajan cerca de 10.000 personas, de las que 5.900 son empleados de Henkel, que tienen a su disposición 3 guarderías con 240 plazas. En los últimos años la compañía ha invertido en sus oficinas centrales alrededor de 100 millones de euros. Hoy cuenta, además, con una planta de energía eficiente capaz de dar suministro a una ciudad de 100.000 habitantes.
El taxi me deja justo en Henkelstrasse. Entrar en estas instalaciones y ver su magnitud es una oportunidad. Sus dimensiones son realmente sorprendentes. Es como entrar en una pequeña ciudad, con sus calles identificadas, aceras, semáforos, pasos de peatones, aparcamientos para coches, motos y, sobre todo, bicis… Allí me recibe nuestra compatriota Patricia Castejón. Con ella conoceremos de primera mano su experiencia en las oficinas centrales de una de las grandes multinacionales del mundo, con unas ventas de 20.029 millones de euros en 2017.
BARCELONA-DÜSSELDORF, POR LA PUERTA GRANDE
Patricia Castejón (1966) es asturiana de nacimiento y catalana de adopción desde los 18 años, cuando llega a Barcelona para estudiar Ingeniería Química en el Instituto Químico de Sarrià (IQS). Después de hacer su doctorado se incorpora a Henkel Ibérica en el negocio de adhesivos de consumo, donde ha trabajado durante 19 años ocupando diferentes cargos de responsabilidad. El último como directora general de adhesivos de consumo. “Casi 20 años en la misma compañía puede parecer monótono, pero he hecho tantas cosas diversas que Henkel ha sido para mí una auténtica ‘universidad’”, explica. Y es que conoce el negocio a la perfección porque sus comienzos fueron sobre el terreno, en la fábrica de Montornés del Vallés, algo que “en su momento, cuando estás ahí, no se valora pero que da un poso, un conocimiento de negocio desde la base, que es impagable”.
“La austeridad, junto a la confianza y la honestidad, forman parte del carácter alemán».
Reconoce que nunca se había planteado dejar Barcelona. Le encanta la ciudad (cerca del mar y de la montaña –toda la familia es apasionada del esquí–) y estaba encantada con formar parte de la ‘prole’ de Henkel. Pero la compañía tenía nuevos planes para ella: convertirse en la responsable mundial del negocio de adhesivos de consumo para el hogar y papelería y responsable global de las marcas Loctite y Pritt.
En 2014, después de casi 20 años en la división Ibérica, da el salto a la central de Düsseldorf. Una oportunidad que, en su opinión, surge por su experiencia sobre el terreno y con el objetivo de inyectar conocimiento del mercado.
La decisión fue un poco complicada de tomar, pero hubo varios factores decisivos que ayudaron a decantarse por la “nueva” aventura. Patricia concibe la vida como un conjunto que abarca lo personal y lo profesional, y ambos tienen que estar en equilibro; no quería renunciar ni a una cosa ni a la otra. A la hora de decidir ayudó también que su marido Nacho es consultor independiente, habla alemán y podía hacer su trabajo desde cualquier sitio. “En el caso de que él hubiese tenido un trabajo fijo en Barcelona, hubiésemos tenido que priorizar entre su trabajo y el mío…, pero afortunadamente no fue el caso”, dice aliviada. Y ambos no dudaron. Tienen tres hijas (Patricia de 20 años, Inés de 17 y Lucía de 11) y han vivido siempre en Barcelona. Pensaron que era una grandísima oportunidad para que salieran del entorno cultural armónico y homogéneo al que estaban acostumbradas, que cambiar de país les abriría la mente en todos los sentidos. Patricia recuerda que sus dos hijas mayores fueron bastante negativas con la decisión y que les dijeron clara y directamente: “Papá, mamá, nos habéis destrozado la vida”. Pero ya no había vuelto atrás. Sin embargo, explica que tan sólo necesitaron una tarde de colegio para que cambiasen de opinión. “Se les puso una sonrisa en la cara y hasta hoy…”.
Y, por otro, el factor profesional. Patricia quería salir de la zona de confort. “Tantos años en el mismo negocio, en el mismo país… necesitaba asumir nuevos retos”. Y así fue. Una nueva experiencia para toda la familia.
El cambio fue importante. Pasó de focalizarse en un trabajo muy operativo y de ejecución inmediata en un ámbito de influencia muy local a un foco más estratégico y a largo plazo con una perspectiva global. En su opinión, conocer y entender la realidad del negocio en Brasil, Japón, Estados Unidos o Turquía es “híper enriquecedor”, y es clave pensar en estrategias comunes y globales, de ejecución local, para las marcas. Y, ¿cómo coordinar las estrategias para influenciar a las regiones en su ejecución? En su opinión, es lo más complicado: significa que antes se ha tenido que haber integrado a las regiones en la definición de la estrategia.
DÜSSELDORF, UNA CIUDAD CON POTENCIAL ECONÓMICO
Situada al oeste de Alemania, a casi 600 km de Berlín y a menos de 50 km de la frontera con los Países Bajos, Düsseldorf es una de las principales ciudades del país por su actividad económica y cultural. Ha pasado en pocas décadas de ser un centro industrial, basado en la minería, a convertirse en una ciudad de servicios. A pesar de tener tan sólo cerca de 600.000 habitantes, alberga a más de 3.000 empresas multinacionales (entre ellas 400 agencias de publicidad), que tienen su sede europea aquí. Vodafone, Thyssen, Banco Santander, L’Oréal… son sólo algunas. Como curiosidad, Patricia Castejón destaca la impresionante comunidad de ciudadanos japoneses (más de 11.000), por lo que también es llamada “la capital nipona a orillas del Rin”. Es también centro de numerosas ferias internaciones, así como de festivales y eventos culturales. De hecho, es famosa por su carnaval, y desde 1972 Düsseldorf está hermanada con Puerto de la Cruz (Tenerife).
Es una ciudad moderna, cosmopolita y dinámica. Según la consultora Mercer, es la sexta ciudad europea con mayor calidad de vida y su famosa calle Königsalle es una de las calles comerciales más exclusivas y lujosas de toda Alemania.
“La actitud correcta de cada uno y la confianza en el prójimo de que va a hacer las cosas como las tiene que hacer definen a los alemanes”.