En un contexto en que el éxodo rural y la despoblación parecen temas recurrentes en los medios, Carla Rivas, creadora de contenido del mundo rural, nos invita a mirar más allá de los titulares pesimistas. Desde la ciudad, Carla actúa como un altavoz para su pueblo, Almuniente, un pequeño rincón de Huesca con poco más de 100 habitantes. A través de las redes sociales comparte no solo los retos, sino también las oportunidades y la riqueza de la vida en la ‘España vaciada’. Con tan solo 23 años y más de 10.000 seguidores en Instagram, lo que comenzó como una simple idea se ha convertido en una plataforma para reflexionar, conectar realidades y poner en marcha iniciativas innovadoras.
Siempre sintió una conexión especial con el mundo rural.
Mi infancia está muy ligada a Almuniente, un pueblo pequeñito con apenas cinco calles. Aunque nos mudamos a Huesca cuando tenía 12 años por mis estudios, siempre consideré el pueblo como mi verdadero hogar. Almuniente me marcó profundamente y siempre fue ese lugar donde entendí lo que significa “comunidad”.
¿Cómo nace la idea de crear contenido sobre la vida rural?
Todo empezó en Semana Santa de este año, cuando estaba en Madrid. Me agobiaba sentirme desconectada de mis raíces. Había trabajado en mi proyecto de final de grado sobre emprendimiento rural y sentía que necesitaba un vínculo más cercano con todo lo que me había inspirado. Así, decidí lanzarme a las redes sociales. Quería mostrar la vida en los pueblos desde una perspectiva positiva y realista, no solo como el cliché de abandono y tristeza que a veces se proyecta. Sentí que desde la ciudad podía ser un altavoz más fuerte para llegar a personas que normalmente no tienen contacto directo con esta realidad, demostrando que el mundo rural tiene mucho que ofrecer.
Compartir la vida en el mundo rural no siempre es fácil…
El mayor reto es conectar con personas desvinculadas de esta realidad. Mis vecinos y la comunidad rural en general han sido muy receptivos, pero siempre me pregunto hasta dónde puedo llegar con mi mensaje. Además, existen desafíos importantes como la vivienda, las pocas opciones educativas en los pueblos pequeños o la falta de jóvenes viviendo en ellos. Me esfuerzo por abordar estas problemáticas en mis vídeos, buscando soluciones prácticas y destacando las oportunidades.
Pese a las dificultades, cree firmemente en el potencial del entorno rural.
La vida en los pueblos tiene tanto valor como las personas que viven en ellos quieran darle. En Almuniente he puesto en marcha iniciativas como clubes de lectura o talleres de velas. Son pequeños gestos, pero cada actividad genera un impacto positivo. Siempre digo que los pueblos no están condenados a desaparecer; es cuestión de que los habitantes tomen la iniciativa para revitalizarlos.
Un pueblo tiene tanta vida como sus habitantes quieran dársela”.
Ese es el mensaje que busca transmitir a través de sus publicaciones.
Quiero que la gente entienda que la vida en un pueblo no es sinónimo de atraso ni de aislamiento. Hay oportunidades increíbles de emprendimiento y una calidad de vida que muchas veces no se valora lo suficiente. También es importante desmitificar las ciudades como único modelo de éxito. En el mundo rural también hay vida, creatividad y futuro.